Enseñar y aprender en medio del conflicto no es fácil. Educadores, estudiantes y familias tuvieron que superar la violencia juntos, para no sufrir de manera desmesurada emocionalmente. 

En zonas donde hay escasos recursos, la atención psicológica es una de las tareas más urgentes. Estas zonas en la región Caribe, son precisamente las más afectadas por el conflicto armado, de manera que la violencia se quedó en sus mentes y en sus almas. Sanar no es fácil, pero no es imposible.

Kellys Calderón lo ha visto todo. Ha sido la mujer que ha acompañado a la comunidad educativa de la IE Luis Giraldo en Casacará, Cesar, en todo el proceso de resiliencia para sanar el dolor causado por el conflicto armado. Su experiencia en la IE empezó en el año 2004. Con el tiempo, Kellys no solo era la psicóloga de la escuela, sino de todo el corregimiento. Día a día, llegaban distintos habitantes a consultarla para sobreponerse a los hechos de violencia frecuentes.

La respuesta de Kelly fue crear un programa de Resiliencia Familiar, que aún se conserva en la institución. 

Los docentes también se han visto afectados en su integridad al educar en medio del conflicto armado. En El Carmen de Bolívar, los docentes de la Institución Educativa Técnica de Promoción Social, resistieron y tuvieron una fuerza emocional muy grande para seguir adelante:

De la IE Técnica de Promoción Social, algunos docentes debieron pedir traslado para salvaguardar su vida y la de sus familias, a causa de la violencia en la zona de Montes de María, de la cual hace parte la  institución. También debieron enfrentar amenazas y señalamientos por parte de los grupos al margen de la ley de la inteligencia militar por ponerlos como “facilitadores” de uno u otro bando.

El silencio forzado fue una de las constantes a finales de los noventa y principios del siglo XX en esta región. Ante la violencia, muchos docentes debían callar absolutamente todo lo relacionado con hechos de violencia para no recibir represalias. Toda esta situación luego se vio reflejada en paranoia, altos niveles de estrés, pérdida de sueño y alteración del estado nervioso.

Por último, cabe resaltar que no solo los grupos al margen de la ley creaban condiciones de vulnerabilidad emocional para los docentes. También lo hizo el Ejército Nacional, cuando usaba la escuela como campamento, en clara violación del DIH. Esto  dejó a los docentes con la desesperación de la inseguridad propia y la de sus estudiantes. Además, debieron manejar temas complejos como las relaciones amorosas entre miembros del Ejército y estudiantes de últimos grados de bachillerato, que traían consigo implicaciones socioafectivas, de seguridad y de salud sexual.

En San Juan de Nepomuceno, la Institución Educativa Normal Superior Montes de María, también cuenta cómo sus docentes se vieron afectados en su estabilidad emocional. De acuerdo con el Acta # 003 de 1998 emitida por la Alcaldía Municipal del momento, en esta institución se evidenció la amenaza a docentes y su posterior desplazamiento por temor a perder la vida. A causa de esto, muchos docentes fueron declarados objetivo militar, especialmente quienes pertenecían al sindicato de maestros o hacían parte de organizaciones sociales que defendían los derechos en medio de la opresión. Dos rectores desaparecieron: Atilio Vásquez Suárez, desaparecido por un grupo al margen de la ley el 27 de julio de 1997; y Pura Álvarez de Bustillo en el 2001. Además, un portero fue asesinado.

“¡No tenemos por qué tener miedo, aquí sólo hacemos pedagogía, (…) la educación es la esperanza!, ¡la Región Montes de María espera mucho de nosotros!, (…) ¡Maestro, prepárese, estudie, lea, reflexione, nuestra meta es la calidad de la educación para lograr una región próspera y en paz (…) Somos pedagogos!”: Atilio Vásquez Suarez. 

El impacto emocional de esto fue grave: en los docentes había desesperanza, tristeza y temor. Ir a dar clases se convertía en una rutina angustiante por el miedo a lo que podía aparecer en el camino al no saber si llegarían sanos y salvos a diario. 

Por ello, en la escuela reinaba la desesperanza, en la comunidad educativa se presentaron problemas de baja autoestima, desconfianza, miedo, altos niveles de violencia y muchos temores.  La cultura del silencio se apoderó de las aulas, la escuela, el municipio y el territorio; estudiantes, padres y maestros manifestaban una profunda tristeza, que a algunos llevó a intentos de suicidio y altos niveles de ansiedad.

Cifras Fecode en texto 1986-2019, en diagrama de círculos.

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En este especial podrás encontrar relatos que narran cómo el conflicto armado afectó significativamente al Caribe Colombiano, y con ello, se vieron afectadas las escuelas, que han enfrentado el reto de construir proyectos de vida y de comunidad en medio de la violencia.

Realizado en conjunto con
Investigación: Diana Velasco, Inty Buelvas, José Márquez
Redacción y producción sonora: Diana Velasco.
Visualizaciones e infografías: Santiago Luque Pérez.
Edición material audiovisual: Farouk Naar
Fotografía: Miguel Martín, Rosángela Roncallo